La fijación por los botijos, cacharros, cuencos…es un gran vehículo para contar cosas. Desde el día a día y lo cotidiano, a la necesidad de dar valor a esas prácticas que surgen de lo doméstico monumentalizándolas… La pintura es perecedera.
El acto de mirar arranca de ese sentimiento profundo un motivo aparentemente neutro que sirve para entender su artificio. Enfrentarse a esos objetos inertes, meditar sobre su belleza inherente y pasar una eternidad entregado a su plácida observación, a la espera de percibir ese significado que resiste en ellos como una forma autónoma de ser.
Sobre el mural de Manolo Mesa
La temática elegida para Manolo fue la Antigua Fábrica de Loza de San Claudio, fue fundada en el pueblo del mismo nombre en 1901, junto a la ciudad de Oviedo. Desde sus inicios se caracterizó por las técnicas de decoración cerámica bajo esmalte más avanzadas de cada época. Más tarde, en 2007 la situación económica de la empresa era crítica. Finalmente se produjo el cierre de la centenaria empresa el 30 de abril de 2009 dejando atrás 108 años de historia.
El proceso participativo trató de entrar en contacto con vecinos y vecinas de Oviedo que tuvieran piezas de vajillas de San Claudio. Podían ser piezas antiguas y desgastadas o más nuevas. Como resultado, se hizo una selección de las personas que pudieron disfrutar de un encuentro personal con Manolo Mesa donde contar la historia de su vajilla y donde al artista tomó fotografías que inspiraron la obra final del mural.
Proceso participativo
Desarrollo del mural